
Sosúa, República Dominicana - “¡Estoy sentido! Llevo mucho que no la veo, pero tampoco la quiero ver así: estando ella en prisión”.
Su expresión de dolor, ese que siente un padre ante la ausencia de un hijo pródigo, era casi inaudible. Sus palabras, cada una de ellas esbozadas con voz tenue y apagada por el peso de sus 80 años, eran opacadas por el canto de un gallo y por su determinación de sostener entre sus labios una camisa color vino oscuro.
El reloj marcaba las 2:30 p.m. y el calor azotaba con fuerza aquella humilde habitación donde yacía, en su sencilla cama y mirando el techo, Pedro Pablo Félix, padre de Sobeida Félix Morel, la compañera consensual del notorio José David Figueroa Agosto, alias Junior Cápsula. El señor Félix, o “El Pato”, como le conocen en su casa de Unión Susúa, un modesto vecindario desarrollado por el Gobierno para personas de escasos recursos ubicado al norte de Puerto Plata, acababa de acceder a hablar con El Nuevo Día.
Para la entrevista fue necesario subir a un bloque de cemento para así poder verlo durante la plática, desde el exterior de la casa, a través de la ventana de su habitación.
Tranquilo con ella en cárcel
“Estoy enfermo. Si ella sale de prisión creo que la veré. Me siento más tranquilo que ya no esté desaparecida. Nosotros no sabíamos dónde ella estaba en este tiempo”, expresó entre suspiros y completando con monosílabos, poco a poco, sus oraciones.
Un mosquitero desgastado de color azul celeste se movía en su habitación de lado a lado, al mismo ritmo de un viejo abanico de pedestal.
Félix lleva cerca de nueve meses sin ver a Sobeida, ni a los hijos de ésta.
“Quiero ver a mis nietos, pero si no voy a la capital, ellos no van a venir acá. Mi esposa está inválida y es media loca. No sabe lo que está pasando con Sobeida. Ahora (que ella está presa) no temo que le hagan daño”, añadió, con la mirada clavada en el techo.
La opulencia y exquisitez con la que vivió su hija junto a Figueroa Agosto no llegó a esta casa. Don Félix solo tiene un televisor con una antena casera colocado encima de una mesa y una mecedora en metal con un cojín viejo y desgastado. Tampoco tiene utensilios costosos para alimentarse o para tomar agua, en su lugar, dos viejos cacharros en metal le sirven para ingerir líquido o alimentos.
Al lado, justo el apartamento contiguo, vive su esposa Juana Morel, de 76 años. Eran las 2:45 p.m. y Morel se encontraba dormida en un sofá con estampado en rosas y vestía una bata florida de colores coral, azul turquesa, azul marino y blanco. Encima del mueble donde descansaba había un cuadro que leía “Gracias Mami”.
La madre cree que murió
Hace tres años aproximados que la madre de Sobeida está postrada en cama luego de sufrir una trombosis que le paralizó sus extremidades.
En ocasiones sólo logra mover un poco una de sus manos y su vista cada día sigue apagándose.
“De momento y de la nada ella sale gritando por su hija. Juana dice que Sobeida está muerta y piensa que le estamos mintiendo cuando le decimos que está bien. Dice cosas que no son coherentes”, detalló por su parte Yanilsa Bonilla, una de las jóvenes encargada de cuidar a la mamá de Sobeida.
La joven, acompañada de su pequeña hija, relató que las hermanas de Sobeida suelen venir a visitar a sus padres e inclusive se han quedado a pernoctar en los modestos apartamentos.
Son nueve los hijos que procreó el matrimonio Félix Morel, de los cuales siete son féminas y dos son varones. Actualmente dos hijos se encuentran viviendo en República Dominicana y los demás están en Suiza y en Nueva York.
“Ella tiene días que se levanta gritando por sus hijos, tú sabes. Pero hay otros días que se levanta feliz. Y a don Félix yo lo veo tranquilo, aunque no sé cómo se siente por dentro, ¿tú ve? Es difícil saber la pena que lleva dentro por la ausencia de su hija”, indicó la joven.
Via: El Nuevo Dia
Publicar un comentario