Inseguridad cambia la vida y hábitos de los santiagueros


Los niveles de inseguridad que afectan al país, de los que Santiago y sus alrededores no escapan, han obligado a muchos de sus habitantes a cambiar su ritmo normal de vida y a variar las relaciones interpersonales de un ciudadano a otro, que anteriormente era muy característico en esta provincia.


Cada día más personas buscan algún tipo de protección que les garantice sentirse más seguras, no solamente en las calles, sino en los negocios y en sus propias casas.


La presencia de ciudadanos que se desplazan por las calles a pie y en vehículos en horas de la noche ha disminuido drásticamente, hay menos visita de parroquianos a los centros nocturnos, los comerciantes y ciudadanos comunes buscan todo tipo de protección como verjas, algunas incluso electrificadas, urbanizaciones con vigilancia privada, los negocios ya no exhiben sus ofertas a través de las vitrinas, y en todos, desde que son cerrados, sus dueños los protegen con bajantes y protectores.


Años atrás los apartamentos que estaban ubicados en el primer nivel eran los más demandados, ahora resulta lo contrario, según explicaron los urbanistas y constructores.


Los adquirientes los buscan mientras más altos mejor para mayor seguridad.


Pero también muchos taxistas han dejado de trabajar en horas de la noche; eso y otras razones de inseguridad hacen que los ciudadanos se sientan prisioneros en sus propias moradas.


Sin embargo, los comerciantes, empresarios y ciudadanos consultados sobre la inseguridad imperante aquí, reconocen que la Policía Nacional está haciendo un gran esfuerzo por garantizar la paz y la seguridad ciudadana, aunque admiten que el problema seguirá agravándose porque se trata de un asunto estructural que está latente en la sociedad.


A este respecto, el presidente de la Asociación de Comerciantes e Industriales de Santiago (ACIS), Sandy Filpo, dijo que de nada vale aumentar el patrullaje policial en las calles, si los factores que generan delincuencia y violencia siguen vigentes.


“La Policía Nacional y los organismos de seguridad pueden estar haciendo su trabajo, pero el problema de la inseguridad que se ha agudizado tiene mucho que ver con el desempleo y la pobreza”, afirmó.


En lo que concierne a Santiago, dijo que en los últimos años se han perdido muchos empleos y es obvio que cuando eso ocurre se disparen todos los indicadores de inseguridad, lo que se traduce en un desarrollo vertiginoso de la “industria” del sicariato.


El empresario reconoció que las personas, al proteger con barrotes de hierro sus casas y negocios y encerrarse temprano en ellas, se convierten en una especie de presos en sus propias viviendas, pero entiende que ese ha sido un proceso que los han pasado los demás países de América Latina, pero que muchos de sus gobiernos han creado riquezas y la delincuencia ha mermado.

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