NUEVA YORK.- En un desenfrenado ataque de celos, el novio de la dominicana Felicia Cruz de 49 años, la asesinó a batazos y puñaladas, la descuartizó y escondió los restos debajo de la cama en bolsas plásticas. La policía identificó al presunto homicida como Miguel Peña (48), a quien acusó oficialmente ayer jueves por el crimen en la Corte Criminal de Manhattan, luego de ser arrestado en la escena del crimen el martes de esta semana. La pareja convivía en un apartamento en el quinto piso de la calle Saint Stanton en la parte baja Este de Manhattan. Peña es un vendedor ambulante de helados y al notar la presencia de los oficiales que lo detuvieron, trató de escapar por una ventana. El bate de béisbol usado por Peña fue encontrado ensangrentado detrás de la puerta del apartamento, donde tenía un letrero con la inscripción “La gente mala la paga”.
La dominicana murió por traumatismos en la cabeza y heridas de arma blanca en el torso, acorde con la autopsia de la Oficina del Médico Forense. Peña está acusado de asesinato en segundo grado. Parientes, vecinos y conocidos de la víctima dijeron que ella trabajaba largas horas como cuidadora de ancianos (Home Atender) para mantener a sus hijos. Peña, quien apenas llevaba cinco meses de relación con Cruz, le propuso que se mudaran a La Florida, pero la mujer rechazó la oferta, diciéndole que quería seguir al lado de su familia.
Posteriormente decidió romper la relación con su verdugo. Se encargaba también de cuidar a su madre, Blasina Regalado, quien recordó que su hija la visitaba cada mañana para asegurarse de que había tomado las medicinas para la presión arterial. Al ver que no llegó el martes, día del asesinato, la madre presintió que algo andaba mal. “En el momento en que salió el sol, sabía que mi hija estaba muerta”, dijo la destrozada progenitora de 68 años de edad.
Familiares de la víctima, llamaron a Peña para preguntarle por Felicia, pero el hombre les dio una respuesta sospechosa. Uno de los hijos de la occisa, fue al apartamento, pero no pudo abrir la puerta. Notificó a la policía y regresó acompañado por varios oficiales. José Regalado, hermano de la malograda mujer, relató que Peña les dijo a los detectives que no podía dejarlos entrar porque estaba “enfermo”. Cuando los policías entraron, lo primero que vieron fue el macabro espectáculo de una pierna de la descuartizada que sobresalía desde debajo de la cama.
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