SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Casi la mitad de la vida de Belkis Álvarez Arias ha transcurrido entre las aulas de las escuelas. Entró al sistema educativo en 1984, cuando estaba en sus veintes y apenas lucía el título de bachiller. Nunca olvida ese año. Su vida se llenó de planes y esperanzas cuando por fin dejó de cubrir las licencias de maestras embarazadas y pasó a ser una profesora titular.
Han pasado 26 años y continúa en su cotidianidad de tizas y pizarrones. Ahora enseña ciencias sociales y matemáticas a estudiantes de séptimo y octavo grados en las escuelas Padre Billini y Brasil, en una jornada que empieza a las 8:00 de la mañana y termina a las 5:30 de la tarde.
Aunque todavía ama el arduo oficio de enseñar, los años cambiaron por desilusión el entusiasmo de aquellos tiempos. Ahora la vejez se acerca y la esperanza y las oportunidades disminuyen: tiene 54 años, dos hijos a los que tiene que mantener sola y carece de una casa propia o cualquier bien con valor suficiente como para garantizarle un retiro digno o garantizarle la sobrevivencia en caso de una emergencia extrema.
Su familia tiene que salir adelante con 12 mil 90 pesos al mes, pues el salario total de esta maestra es de poco más de 20 mil pesos y a éste monto se restan los distintos descuentos por préstamos, seguro de salud, membresía en la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), y otros gastos fijos.
El contraste
Muy lejos, en otra esfera social, están los servidores públicos predilectos de la fortuna: congresistas, regidores, ministros con cartera y sin cartera. Con frecuencia sus ingresos mensuales superan el medio millón de pesos y, además, son favorecidos con enormes privilegios.
En agosto de 2010 el periódico Hoy hizo el ejercicio de calcular los ingresos de los senadores y resultó que éstos ascienden a dos millones de pesos cuando a su salario, que es de 265 mil pesos al mes -es decir 34 veces el salario base de un maestro-, se suman los viáticos, beneficios y los fondos para dar ayudas a la comunidad que supuestamente representan (barrilito), entre otras fuentes de recursos que usufructúan o administran de manera discrecional.
Si a los ingresos de los senadores se les suman los fondos del llamado barrilito, que ronda el millón de pesos en las provincias más importantes, entonces estos legisladores ganan hasta 100 veces más que un educador dominicano, aunque trabaje mucho menos, ya que tienen su más intensas jornadas laborales cuando están en curso las legislaturas, y sólo asisten a sesiones ordinarias doce veces al mes.
Los diputados ganan 175 mil pesos mensuales, que sumados al pago de dietas, viáticos y otros incentivos, suman 342 mil 568 pesos mensuales.
Los regidores de las principales ciudades (Distrito Nacional, Santiago de los Caballeros, Santo Domingo Este) ganan en promedio no menos de 90 mil pesos mensuales, además de disfrutar de préstamos bancarios, seguro médico de amplia cobertura para ellos y sus familiares directos, pago de dietas y viáticos.
Sólo de salario, los regidores de la capital ganan RD$137 mil, los de Santiago RD$85 mil, y los de Santo Domingo Este ganan RD$80 mil. A los sueldos se les suman dietas, viáticos, pago para combustible, seguro médico de primera calidad, que elevan sus ingresos fijos por encima de los RD$150 mil. Todo por trabajar no más de 8 días al mes.
También los ministros y altos funcionarios reciben salarios que con frecuencia son considerados muy elevados en comparación con la escala salarial en el país.
Una modalidad mediante la cual los ministros obtienen beneficio es en el uso de tarjetas de crédito para asuntos personales y familiares, disfrazados de gastos de representación. Asimismo, disfrutan de la cobertura de sus gastos de combustibles, teléfonos móviles con servicios de Internet, el pago de dietas por participación en los consejos directivos de instituciones que son dependencias de sus ministerios, entre otras ventajas. Los ingresos directos de los ministros, directores generales y cargos similares rara vez están por debajo de los 300 mil pesos mensuales.
Un caso que llamó mucho la atención fue el de Jaime David Fernández Mirabal, ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, cuyo salario fue elevado de 85 mil pesos a 200 mil mensuales en el año 2009. También sus principales funcionarios fueron beneficiados con un aumento de 60 mil a 175 mil pesos mensuales.
Mientras tanto, en sentido general los salarios son muy bajos en República Dominicana, pues más del 80% de los trabajadores devenga un monto inferior al costo de la canasta básica familiar, valorada en más de 23 mil pesos según los cálculos del Banco Central (antes de que esa institución revisara la definición de canasta y estableciera una en alrededor de RD$10 mil).
La vida de la maestra Belkis Álvarez Arias
Sólo por el alquiler de su vivienda tiene que pagar 8 mil pesos. ¿Cómo hace, entonces, para alimentar a su familia y pagar otros servicios? ¿Magia?
Como no puede explicarlo, responde con una cita bíblica: "Hay una parte de la Biblia que dice que Dios provee".
Reflexiona y luego agrega que trata de no gastar en cosas innecesarias y que, naturalmente, hay muchas deudas y carencias.
"La situación del magisterio nacional ahora está muy difícil. A los educadores el sueldo no nos alcanza. Tenemos un salario base de 7 mil pesos, algunos de 7,800. A mí no me han reportado ni siquiera la licenciatura. Tengo muchos años reportándola, pero nada", dice.
Expone que si el Ministerio de Educación tomara en consideración sus estudios de grado y postgrado, su salario mejoraría. Pero diligenciarse ese reconocimiento puede tardar muchos años. En su caso, hace ya cinco años que terminó la última especialidad y todavía no ha podido reportar ni siquiera la licenciatura.
Belkis entiende que el país debe darle un giro al trato que se le da a la clase docente y a todo el sistema educativo. Expresa que apoya de manera absoluta todas las protestas realizadas por los maestros en distintos puntos del país últimamente, así como la demanda del 4% del Producto Interno Bruto para la educación pública.
También quiere que en las escuelas públicas los maestros y alumnos puedan contar con baños en buenas condiciones, con buenos libros, con más y mejores materiales educativos y condiciones adecuadas para la enseñanza.
Está en desacuerdo con muchos de los planteamientos del ex ministro de Educación, Melanio Paredes, quien a su juicio presumía de lo bien equipadas que están los centros educativos públicos.
En la escuela Padre Billini, donde Belkis labora por las tardes, hay baños sin puertas y pizarras levantadas por tres butacas viejas. Se trata de un centro que tiene más de cinco años "en reparación", y en el cual las condiciones son muy precarias, pese a estar en sector turístico y céntrico, como es la Zona Colonial.
"Bajo todas las circunstancias, yo creo que merecemos vivir como la gente. Ahora ni siquiera tenemos la ARS Semma a pesar de que cotizamos todos los meses", se queja.
Cuenta que si tuviera la oportunidad de volver a elegir una carrera, no sería magisterio. "Cuando el maestro sale de las aulas, sale enfermo y sin recursos para solicitar asistencia médica ni derechos", expresa con pesar.
A su lado, otros colegas suyos asienten con un gesto de cabeza. Todos coinciden con lo que la profesora ha dicho. "No hagas más entrevistas. Sus palabras son las mismas nuestras y sus demandas son de todo el magisterio nacional", señala apesadumbrada una de las maestras.
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