Quisqueya Espinal Creales, a sus 29 años, tiene casi todo lo que una mujer joven puede desear, una carrera profesional y maestría, un trabajo estable como coordinadora de recursos humanos de una empresa privada con un sueldo competitivo, y la dicha de haber viajado por el mundo. Pero su felicidad termina por la imposibilidad de convivir con el hombre que ama, su esposo, el español Marcos Bogarra Sánchez, también de 29 años.
La pareja es una de tantas que debe vivir separada porque el Consulado Español se negó a inscribir su matrimonio.
Marcos y Quisqueya relataron en la redacción de El Nacional la impotencia que sienten desde que el cónsul general de España en el país, Manuel Hernández Ruigómez, denegara la solicitud de inscripción del matrimonio de la pareja porque consideró que se trataba de un matrimonio por interés, de finalidades económicas o migratorias. El cónsul encontró contradicciones entre las declaraciones de la pareja y falta de documentos probatorios de la relación, como lo explica en la denegación de la inscripción.
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