Los habitantes de Nueva York se preparaban este jueves para una eventual evacuación ante la llegada del huracán Irene, que está en camino de convertirse en el primer huracán en afectar a la Gran Manzana en una generación.
El alcalde Michael Bloomberg pidió a los habitantes de las zonas bajas de la ciudad que comenzaran a prepararse para abandonar inmediatamente sus viviendas ante la posibilidad de que el fenómeno causara grandes inundaciones cuando llegue a Nueva York, probablemente en la noche del sábado al domingo.
“Si usted tiene un automóvil y vive en una zona baja estaciónelo en una colina”, dijo en una conferencia de prensa televisada en la que llamó a los vecinos a moverse con sentido común.
El gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, declaró el jueves el estado de emergencia en todo el estado con el objetivo de coordinar esfuerzos ante la eventual llegada de Irene.
Los servicios municipales, incluyendo los del transporte, han sido movilizados para trasladar equipos fuera de las zonas potencialmente inundables y la policía comenzó a distribuir botes de salvataje en varios puntos de la ciudad, señaló.
Bloomberg intentó de todas maneras transmitir tranquilidad a los neoyorquinos.
En el peor de los casos, dijo, sólo los habitantes de zonas “relativamente pequeñas” de esta ciudad de más de ocho millones de habitantes serán conminados a desplazarse.
Nueva York no ha afrontado un huracán desde hace un cuarto de siglo y su intrincado laberinto de trenes subterráneos, aeropuertos, carreteras superpobladas y áreas ribereñas densamente habitadas pueden volverla particularmente vulnerable.
Observadores sostienen que la suerte de Nueva York, como la de otras grandes ciudades que el huracán podría atravesar, como Filadelfia, dependerá del rumbo exacto que tome Irene.
El principal peligro, estimó, lo constituirán las inundaciones y la caída de árboles, si lluvias torrenciales caen sobre unos suelos ya saturados por las precipitaciones y el tiempo húmedo que se sucede desde hace semanas.
Bloomberg descartó riesgos para los grandes rascacielos de Manhattan, cuyos ocupantes se vieron esta semana conmovidos por un inusual terremoto.
“Los grandes edificios han sido diseñados como para soportar vientos extremos. No hay razón alguna para que se los evacúe”, dijo Bloomberg.
Los mayores daños se darán probablemente en los edificios más vetustos, de madera o ladrillo. “Seguramente van a volar ladrillos”, pronosticó.
Informó igualmente que hay varios refugios en preparación destinados a la gente que se viera obligada a abandonar sus viviendas, pero aconsejó a los habitantes de esas áreas que optaran por pedir ayuda a parientes o amigos en zonas no peligrosas.
“Si usted vive en alguna de las áreas potencialmente inundables vea si aquel primo perdido está dispuesto a dejarle pasar la noche en casa”, señaló.
Se desconoce, por otra parte, si el fenómeno climático podrá afectar el desarrollo de eventos al aire libre como el abierto de tenis de Flushing Meadows.
Dennis Feltgen, un portavoz del Centro Nacional de Huracanes, indicó que Nueva York no había sido afectado directamente por un huracán desde Gloria, en septiembre de 1985, que golpeó Long Island como una tormenta grado uno.
“Este caso es diferente, porque se trata de un huracán lento, que puede causar impactos durante un período más largo y en áreas más amplias”, estimó. “Puede que las ciudades reciban impactos directos, incluyendo Washington DC, Baltimore, Nueva York o Boston. La amenaza a la que deben hacer frente es muy grande”, concluyó Feltgen.
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