La primera comida del día es básica para ajustar nuestros niveles diarios de energía y nutrientes necesarios. La ausencia del desayuno trae como consecuencia un menor rendimiento de nuestra mente y cuerpo durante las actividades realizadas por la mañana.
La importancia de desayunar está relacionada con el período de tiempo que pasamos sin comer durante la noche. Durante el ayuno nocturno nuestro cuerpo no ingiere absolutamente nada, muchas funciones cerebrales “se duermen” y las reservas de glucosa se agotan. Si al levantarnos no ingerimos ningún alimento o lo hacemos en cantidades mínimas, nuestro organismo sufrirá las consecuencias.
El no desayunar puede causarnos estrés, falta de concentración, nerviosismo, mal humor, cansancio, dificultades en la memoria y otros males debido a la ausencia de glucosa: el combustible de energía de nuestro cuerpo. Si no reponemos los niveles de glucosa por la mañana nos sentiremos decaídos y con mal ánimo. Y además, físicamente, nuestro cuerpo deberá recurrir a quemar otros depósitos de glucosa, lo cual perjudicará nuestra salud.
Es por eso que el desayuno debe ser una comida clave en nuestra dieta. Un desayuno equilibrado mejora nuestro estado nutricional y nuestro rendimiento físico e intelectual. Según diversos estudios, se ha demostrado que el desayuno ayuda a pensar con rapidez, prestar atención y comunicarse en forma apropiada con el entorno.
Dentro de los beneficios relacionados directamente con tener un desayuno equilibrado, encontramos:
• Mejora del estado nutricional: Las personas que desayunan suelen seguir una dieta de mejor calidad, mientras que quienes no lo hacen, suelen hacer una dieta más grasosa y menos rica en fibra, vitaminas y minerales.
• Grasa: El consumo de alimentos como tostadas, pan, cereales, galletas sencillas, etc., contribuye a remplazar otros alimentos con mayor contenido graso (donas, repostería, etc.).
• Fibra: Si se incluyen cereales de desayuno o panes integrales, las posibilidades de satisfacer las necesidades de fibra son mayores.
• Vitaminas y minerales: El desayuno contribuye significativamente a los aportes diarios de vitaminas y minerales.
• Control del peso: Las personas que desayunan mantienen el peso dentro de límites saludables en mayor medida que las que eliminan esta comida. Repartir las calorías durante el día en 4 ó 5 comidas, ayuda a que no se sobrecargue ninguna de ellas. También contribuye a evitar “picar” entre comidas.
• Rendimiento físico e intelectual: Las personas que omiten el desayuno ponen en marcha una serie de mecanismos en el organismo para mantener la glucosa en valores aceptables. Estos cambios alteran la conducta e influyen negativamente en el rendimiento.
Un desayuno equilibrado debe combinar cereales, lácteos, frutas y derivados cárnicos como jamón o embutidos:
• Lácteos en general: leche, yogur, queso, que combinados con los cereales aportan proteínas de alto valor biológico, más calcio, hierro y zinc.
• Cereales, galletas o pan: aportan energía, vitaminas y minerales. Los cereales integrales aportan, además, fibra.
• Frutas y jugos: aportan vitaminas hidrosolubles necesarias para el organismo (que no se acumulan en el organismo) y deben ser incorporadas diariamente. También ayudan al buen funcionamiento de intestino y órganos digestivos.
• Derivados cárnicos: jamón cocido o serrano, jamones poco grasos (de pollo o pavo), embutidos, etc. Contienen proteínas de calidad con función formadora (de construcción de tejidos y células) y grasa que da energía. (FUENTE: holandesapromociones.com)